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santiamn estuviste envuelto en redes de filoso metal.
Soldadura los detuvo con un gesto.
-Hay cierta verdad en lo que dices -admitió a regaadientes-. Fuera, guardias.
Hablaremos.
Dos horas despus, cuando los ordenanzas trajeron vino para todos, la discusión haba
terminado y se estaban trazando planes. Por acuerdo tcito, se dejó de lado la cuestión
de tu origen; ambos hombres haban decidido que no venas de la Región de Yinnisfar.
Haca milenios que ningn habitante de ese vasto imperio se molestaba en visitar el linde
exterior de la galaxia.
-Vine a vosotros -les dijiste- porque ste es uno de los pocos planetas que hay cerca
de mi mundo en el cual sobrevive alguna forma de organización militar.
Esto los halagó. No comprendan que los veas como meros vestigios de un credo
obsoleto. La nica ventaja de una organización militar, desde tu punto de vista, era su
capacidad para entrar en acción sin_ demoras innecesarias.
Dos horas despus, cuando un ordenanza de Soldadura entró con comida, Soldadura
estaba haciendo la ltima de muchas llamadas a las guarniciones de Owlenj.
-Cuntas naves estelares tiene que puedan entrar en servicio activo de inmediato? -
preguntó por el auricular-. S, en total... Ya veo. Quince. Cuntas tienen motor lumnico?
Sólo cinco. De qu tipo son esas cinco?
Anotó las respuestas, leyndolas para ti y para Un Ojo.
-Un carguero, un transporte de pasajeros adaptado a usos militares, un transporte de
tropas y dos invasores. Bien. Ahora dme los tonelajes.
Anotó los tonelajes, frunció el ceo, cabeceó.
-Excelente -le dijo al otro comandante con voz perentoria-. Por la maana recibir
instrucciones concernientes al combustible y equipamiento de esas cinco naves. En
cuanto a las otras diez, ponga a trabajar a sus expertos en electrónica. Las quiero
equipadas con motor lumnico y listas para atravesar el vaco dentro de cuarenta y ocho
horas. Entendido? Y por favor, mantenga a todos sus hombres acuartelados hasta
nueva orden. Est claro? Bien. alguna pregunta? Lo dejo todo a su discreción,
comandante. Buenas noches. -Y al cortar murmuró con satisfacción-: Creo que le he
quitado el sueo.
Por primera vez, miró al ordenanza que haba trado la comida.
-Se est respetando el alto el fuego? -preguntó.
-S, seor -dijo el ordenanza-. La gente est bailando en las calles.
-Pronto les daremos motivos para bailar -dijo Soldadura, frotndose las manos. Se
volvió hacia Un Ojo, que estaba jugando con trozos de papel.
-De qu fuerzas disponemos? -preguntó.
-Depende de cuntas naves lumnicas logremos reunir.
-Con nuestra actual escasez de hombres y materiales, digamos un cincuenta por ciento
-dijo Soldadura.
-Bien. -Un Ojo leyó cifras con su nico ojo.
-Incluidas mis flotas, digamos ciento diez naves estelares, dos tercios de las cuales
sern militares.
Se miraron un instante. A pesar de su inexperiencia, la cantidad les pareca un poco
pequea.
-Es suficiente -dijiste confiadamente.
Abordaron el complejo problema de las raciones. Calculaban que la flota tardara dos
semanas en llegar a los lindes de la Región, otras dos semanas y media en llegar al
corazón; otros tres das en llegar al mundo central de Yinnisfar.
-Y eso no nos da margen para demoras causadas por batallas o acciones evasivas -
dijo Soldadura.
-Quiz capitulen antes que lleguemos a Yinnisfar -dijiste.
-Debemos tener un margen de seguridad -insistió Soldadura-. Digamos que el viaje
dura seis semanas, s? Y seremos cinco mil quinientos efectivos... -Sacudió la cabeza-.
La provisión de aire no alcanzar. El problema est en el consumo de caloras. Esos
hombres se arrancarn la cabeza a dentelladas, en ese tiempo; no hay suficiente comida
en todo Owlenj. Nuestra nica solución es el congelamiento. Todos los que estn por
debajo del rango de mayor y no sean esenciales para la tripulación, viajarn congelados.
Ordenanza, comunqueme con el servicio mdico. Quiero hablar con el jefe.
El ordenanza se apresuró a obedecer.
-Qu ms? -preguntó Soldadura. Empezaba a disfrutarlo.
-Armas -dijo Un Ojo-. Primero, material fisionable. Mis fuerzas no pueden ayudar
mucho en esto. Nuestra provisión en estos momentos es ms baja que de costumbre.
-Aqu hay un informe sobre nuestros pertrechos de la semana pasada -dijo Soldadura,
presentando una lista-. Me temo que la cantidad es escasa.
Miraste la -lista por encima del hombro de Un Ojo.
-Es suficiente -dijiste con voz alentadora.
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Al principio debió parecer que el plan tendra xito. De nuevo debió asaltarte la
sensación de que vivas en un sueo improbable que podas pinchar como una burbuja,
mientras viajabas en la nave insignia con los dos comandantes. No estabas nervioso, no
te preocupabas. Soldadura y Un Ojo, cada cual a su modo, demostraban tensión ahora
que se haba iniciado el viaje. Prim, capitn de la nave y comandante de la flota, tuvo que
soportar muchas caras largas.
Los primeros das transcurrieron sin novedad. Ms all de las troneras se extenda la
calma del espacio: sus ardientes estrellas eran meras motas en la distancia, sus antiguos
esplendores meros puntos de referencia. Las dems naves no se perciban a simple vista,
y era como si la nave insignia viajara sola. Cuando salieron de Owlenj, las naves de la
flota invasora sumaban 117; al final de la primera semana cinco tuvieron que desistir y
emprender el regreso, pues sus motores lumnicos, instalados con precipitación, se
haban quemado. En impulso normal, tardaran medio ao en regresar a puerto; para
entonces, sus tripulantes estaran asfixiados, o bien los sobrevivientes respiraran el
oxgeno de hombres asesinados. El resto de la flota siguió viaje, las bodegas llenas de
soldados en animación suspendida, todos apilados y ordenados como botellas.
Pasaron diecisis das en el vaco. Haban dejado atrs esas estrellas que se
consideraban puestos de avanzada del imperio de Yinnisfar cuando recibieron el primer
reto.
-Una estación denominada Camoens II RST225 -dijo el jefe de comunicaciones-
pregunta por qu hemos pasado la Tangente Diez de Koramandel sin identificarnos.
-Que siga llamando -dijiste.
Se recibieron otras llamadas que quedaron sin respuesta. La flota guardaba silencio
mientras los mundos circundantes despertaban. Comunicaciones empezó a interceptar
los mensajes de alarma y advertencia que se enviaban las estaciones planetarias.
-Sable Galcondar llamando a Rolf 158. Nave no identificada pasar en rumbo [ Pobierz całość w formacie PDF ]
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